jueves, 3 de mayo de 2012

El sótano del primo Barto: Aristocracia, amor y sangre

Retomamos esta semana al personaje de Elizabeth Bathory, a la que ya dedicamos un muy superficial análisis dentro de ese juego en el que historia y leyenda crean un tercer universo ficcional anclado en nuestra memoria colectiva. Como ya comentamos, Elizabeth Bathory, a pesar de ser un personaje de primera fila, con numerosas encarnaciones en literatura, cine y cómic, está lejos de ese titán del terror que es Drácula, una figura capaz de competir con personalidades de la talla de Julio César o Adolf Hitler.

Quizás por esto, el autor Pascal Croci, responsable de Elizabeth Bathory, la condesa sangrienta, se valió del universo del vampiro de Bram Stoker para introducir al lector en su personal visión de la aristócrata húngara. El cómic sobre el que colocaremos nuestros ojos es ante todo una obra personal, alejada de la mera crónica histórica y centrada en una lectura psicológica y emocional de Elizabeth Bathory. Aunque Pascal Croci es autor de la historia y el arte de Elizabeth Bathory, la condesa sangrienta, no podemos dejar de lado a Françoise-Sylvie Pauly, pareja sentimental del autor y responsable de los diálogos de la obra, todo una acierto por el toque femenino final que obtiene la obra gracias a esta colaboración.

El cómic de Croci y Pauly huye de lecturas sobrenaturales, mostrando a la Condesa Bathory como una auténtica lunática con una psique destrozada. En algunos momentos, se intuye una finalidad tenebrosa en los actos de Elizabeth Bathory, pero los autores se encargan de dejar claro que si dichos ritos tenebrosos tienen resultado o no, no existan pruebas para que el lector pueda defender una tesis mágica o diabólica. Este detalle, el anclaje en lo real, choca con la entrada del relato, ya que ésta no podría ser más fantástica. La trama de Elizabeth Bathory, la condesa sangrienta, comienza con Jonathan Harker, quien tras escapar del castillo de Drácula se recupera en un convento bajo los atentos cuidados de una monja. A la postre, esta religiosa entrega a Harker un viejo diario de Elizabeth Bathory, el cual será devorado por el joven inglés en su viaje de vuelta a Londres. Con esta construcción no hay lugar para el misterio o el final sorprendente, desde el primer momento conocemos el final de Elizabeth Bathory, quien tras ser juzgada por sus crímenes moriría pocos años después enclaustrada en su castilla.

Uno de los aciertos de Pascal Croci en su cómic es precisamente como huyendo de la vertiente sobrenatural y presentando una historia sin misterio final es capaz de construir una historia pasional y totalmente personal. La historia de Elizabeth Bathory pasa necesariamente por ser un recuento y catálogo de sus crímenes, pero es también la reconstrucción de un ser roto e incompleto. La historia de esta aristócrata húngara ha servido muchas veces como base para historias eróticas o directamente pornográficas, algunas veces con un halo sangriento o gore. Pero Croci huye del morbo vacío y crea una historia sexual pero vacía de placer. El autor es capaz de hilar un discurso visualmente descarnado, con una mezcla atroz entre sexo y violencia, pero con una reflexión posterior tierna y compasiva.

La lectura de Elizabeth Bathory, la condesa sangrienta, es un perfecto ejemplo de como un autor de talento puede crear un auténtico caso de defensa del monstruo. Tras la lectura del cómic no podremos más que despreciar a Elizabeth Bathory por sus tremendos crímenes, representados por Pascal Croci sin espacio para la redención, pero del mismo modo no tendremos más opción que ver a su protagonista como una mujer rota y desquiciada. Pascal Croci, con la ayuda de Françoise-Sylvie Pauly, consigue primero repugnarnos con el mal puro para después hacernos compadecernos del mismo.


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