Debido a mi edad no viví en su época
un supuesto debate que existió sobre Batman durante finales los
ochenta. La discusión en concreto versaba sobre la propia definición
de Batman, uno de los héroes más famosos del mundo del cómic. En
concreto existían dos bandos, por un lado quienes vendían a Batman
como el auténtico personaje y a Bruce Wayne como su máscara, los
defensores de esta teoría esgrimían como principal prueba el cómic
El regreso del señor de la noche,
de Frank Miller, obra conocida por todos. El otro bando, menos
numeroso, defendía que el ente real era Bruce Wayne, quien creaba
una máscara ficticia con la figura de Batman, todo quedaba
perfectamente claro en Batman: The Cult
de Jim Starling y Bernie Wrightson, obra a la que ya dedicó tiempo
Iván Sarnago en esta publicación. En resumen la duda era saber si
el personaje era un mesías fascista que se ocultaba en un hombre
normal, o si ese hombre normal se ocultaba en unas mallas al ser
incapaz de enfrentarse a sus traumas.
Cuando
me tocó enfrentarme a este dilema, tras la lectura de Batman:
The Cult, varios años después
de leer El regreso del señor de la noche,
me decanté claramente por la teoría del hombre que se disfrazaba de
murciélago por miedo a si mismo. Es evidente que las dos lecturas
del personaje son igual de válidas y ofrecen la misma posibilidad de
éxito, dependiendo siempre de la maestría del guionista. Pero para
mí la lectura más humana de Batman es más seductora debido a que
es mucho más poética y terrorífica. En la obra de Miller Batman es
un guerrero de la Era Hiboria equipado con la última tecnología que
no tiene más remedio que esconderse con una máscara de mundano. Por
su parte, Starlin dibuja a un hombre roto tan incapaz de lidiar con
sus problemas que de forma cobarde se inventa una enorme fantasía
con la que excusar su imposibilidad de superar sus problemas con la
violencia.
No
cabe duda de que un héroe destrozado y con flaquezas siempre será
más atractivo, al menos para un público que busque algo más que
una explosión de violencia, algo que siempre está bien pero que de
vez en cuando necesita un fondo mayor. Además, la visión de Bruce
Wayne desarrollada en Batman: The Cult
cuenta con otros aciertos que le permiten aparecer en esta sección,
principalmente su atmósfera terrorífica, que va más allá del
magnífico trabajo de Bernie Wrightson. Batman: The Cult
cuenta la historia de una secta creada en el submundo de Gotham por
el Diácono Blackfire, quien lidera a los vagabundos y desheredados
de la ciudad en un horrible culto de sangre y violencia.
La
historia ideada de Jim Starlin podría quedarse simplemente en esto,
Batman luchando contra una especie de satanista que utiliza a los más
desfavorecidos de Gotham como infantería. Pero Batman: The
Cult va mucho más allá y
coloca a Bruce Wayne, el auténtico protagonista del cómic, ante una
lucha no solo física, sino mental y moral. La verdadera belleza de
la obra la encontramos cuando el protagonista se enfrenta a un horror
indescriptible y fracasa. Debido a esto, la primera mitad de la obra
es la realmente interesante, en la que asistimos a la conversión de
un Batman mentalmente débil que se convierte en una pieza más de un
engranaje de sangre y vísceras. La segunda mitad de la obra es más
clásica, con un Bruce Wayne mucho más heroico, que alejado del
género de horror sigue siendo igual de disfrutable por los lectores.
Batman: The Cult puede
considerarse una mezcla entre el superhéroe más clásico y una
visión realista cercana al Watchmen
de Moore, en la que todo aquel que se esconda tras la máscara solo
puede ser un perturbado mental o una persona con serios problemas
mentales, siendo el Bruce Wayne de Starlin un ejemplo de la segunda
categoría.
Estupenda reflexión... Me quedaría con la versión más realista de Nolan:
ResponderEliminarBruce Wayne, se disfraza de batman (como en la teoría que apoyaría The Cult), pero luego se ve abocado a "disfrazarse" también de Playboy millonario desenfadado. Esa sería la construcción psicológica más acertada. Aunque me guste la obra de Miller, no me gusta la idea de Batman disfrazado de ser humano. Batman se hace en un momento dado, por una tragedia, o al menos "nace" como idea confusa en la mente de Bruce, convertida en obsesión, pero Bruce siempre será un ser humano, traumatizado. La criatura nunca supera a la persona.