sábado, 15 de septiembre de 2012

Spain is Pain #68: Rayos catódicos vs Reyes católicos.



Una de las preguntas más típicas que se le suelen hacer a los autores en general y sobre todo a la gente que se dedica al cómic como arte capaz de amalgamar influencias que van desde la televisión a la música pasando por el cine o la pintura; es sobre las influencias que han tenido a lo largo de su vida. Por lo general nos podemos encontrar con respuestas de todo tipo pero que básicamente se dividen en dos: las de aquellos cuyas influencias son el mismo cómic o aquellas en las que el autor descubre influencias ajenas al medio.

En el caso de 1968. Un año de rombos  de Juan Álvarez nos deja bien claro que una de sus grandes influencias es la televisión, quizás no tanto la actual sino la de aquella generación que creció con ella en blanco y negro. Esta obra es un pequeño relato sobre la primera generación que se crio con la televisión a la cual no le era ajena el discurso televisivo el cual le invitaba a sumergirse en un mundo de fantasía y aventuras.

La llegada de la televisión a España, tal y como vemos en esta obra, supuso la ruptura de una cultura monolítica presidida por un catolicismo feroz y un ultranacionalismo exacerbado. Los rayos catódicos ayudaron a despejar la mente de muchos niños la idea que habían crecido con las mitológicas propias de  un régimen decadente enfrentándolos a  una realidad diferente, en los que eso si el blanco y negro no era solo la tecnología del momento sino la verdadera bandera de un país que difuminaba las ansias de libertad de sus ciudadanos.


El blanco y negro, con sus matices de grises es la elección estética del autor que ayuda a vincular de manera más directa con las sensaciones del momento. Es pues en ese aspecto una obra sinestésica en la que predomina la fuerza del recuerdo más que la nostalgia.

1968. Un año de rombos  es válido como ejercicio de autointrospección y evocador es un excelente trabajo, pero desde un punto de vista funcional y crítico es una obra fallida en la que el mero recuerdo se convierte en un objeto transicional que solo sirve para enumerar una serie de anécdotas que siempre tienen como final a algún miembro de la familia protagonista delante de la televisión como un mero aparato capaz de absorber el pensamiento crítico. Aunque visto con perspectiva si cambiamos el televisor por los móviles quizás tengamos el mismo resultado, aunque en color.

                                                                                                                                          @Mr_Miquelpg

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