jueves, 7 de febrero de 2013

El sótano del primo Barto: Pequeñas cápsulas de horror


El terror es un género curioso, tan antiguo como el propio ser humano y tan eficaz como la mejor de las mentiras. Ya lo hemos comentado aquí más de una vez, ni todos los avances técnicos y científicos de la historia podrán quitar ese halo de desconocimiento a la oscuridad, a lo que se esconde allá entre los pinos o en el sótano de una iglesia abandonada. Aunque del mismo modo, todo ese horror se elimina rápidamente encendiendo una cerilla o alumbrando con una cerilla, pues la luz es una fuerza tan purificadora como eficaz. Debido a este funcionamiento del propio miedo, su transformación en género narrativo adolece de la misma vulnerabilidad, la claridad.

Lógicamente, en una obra de ficción no existen la luz y la oscuridad del mismo modo que en nuestro mundo real. Si una viñeta está oscura, con una presencia entre las sombras, no podremos iluminarla, quedando a disposición del autor, con lo que somos esclavos del creador de la ficción, quien elige cuando alumbrarnos y cuando escurecernos. Pero los fotones no son la única fuente de luz, ya que en la ficción el horror tiene un enemigo más poderoso que la luz, el cual no es otro que la información. Escribir obras de terror no es sencillo, es un juego de malabares en el que además de tener una obra bien estructurada y con personajes interesantes, se debe administrar con suma precisión la información, pues se debe atraer al espectador con promesas y asustarlo con medias verdades.

Debido a esto, el horror no aguanta demasiado bien las estructuras demasiado largas, pues su delicado andamiaje se resiente demasiado con el paso del tiempo, lo que obliga a su creador a caer en una continúa repetición de diferentes sustos que no añaden nada a la obra, algo que como todo termina cansándose. Esto quizás podría solucionarse con nueva información que derive en nuevos misterios, pero esto raramente funciona. La mayoría de las obras de ficción que tratan de expandirse más allá de un corpus pequeño terminan inevitablemente derivando hacia otro género, normalmente hacia la aventura, aunque se han dado casos de giros hacia la comedia y hasta hacia el romanticismo. Esto se debe a que una vez que la luz ha bañado al monstruo, a la amenaza, se pierde todo el halo místico y divino que hacía realmente horrible a la criatura, pues una vez que se la conoce no deja de ser simplemente peligrosa, al igual que lo es un oso polar o un tiburón blanco.

En este sentido, es lógico que la mayoría de las obras que han triunfado en el mundo del horror lo hayan hecho recurriendo a textos medianamente cortos, funcionando perfectamente el cuento de terror. Claro está que esto no es más que una generalización, aunque también es cierto que es una que se suele cumplir con bastante regularidad. Debido a esto, las próximas semanas las dedicaremos a uno de los campos donde mejor ha funcionado el horror en el cómic, la antología, hasta el punto de que son muchos los que instantáneamente piensan en cabeceras como Tales from the Crypt o Creepy, mucho antes de pararse a pensar en obras o autores concretos. Así que intentad no permanecer demasiado lejos próximamente, donde nos deleitaremos con las mejores cápsulas de horror, auténticos canapés del infierno.



Antología del terror
1. Introducción: Pequeñas cápsulas de horror
2. Tales from the Crypt: El antepasado convertido en mito

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