jueves, 3 de octubre de 2013

El sótano del primo Barto: Más monstruo que héroe


No es raro encontrar escritores que prueban suerte como guionistas de cómic, siendo una aventura creativa más común de lo que pudiera parecer. Lo vimos hace poco con el escritor de género negro Jason Starr, que nos daba una visión aún más adulta y madura de Lobezno; o con el autor de terror Joe Hill, el cual ha terminado casi teniendo más renombre como guionista de cómics que como autor de novelas y relatos cortos. Aunque tampoco deberíamos extrañarnos demasiado, al final todo queda reducido a la pulsión de crear. Así que o los escritores se acercan al cómic para probar algo distinto y jugar con personajes de la cultura popular, o la propia editorial se acerca a los autores, quizás para absorber parte del renombre de un autor de literatura. No vamos a entrar el debate estéril del reconocimiento y la legitimidad transmutada de la literatura al cómic porque es una chorrada, simplemente nos vamos a alegrar de que los autores tengan diversos medios para crear.

Esto sucede un poco con China Miéville, el enésimo chico malo de la literatura de terror anglosajona, que parece obsesionada con derrocar a Stephen King, sino los autores si los editores por su empeño en colocar en las contraportadas la etiqueta “El heredero de Stephen King toma el relevo”. Algo del todo contraproducente, pues autores como Ramsay Campbell o Clive Baker se defienden perfectamente sin comparaciones, sin necesidad de contraponer su obra a nada. Este es precisamente el caso de China Miéville, activista político, autor de manuales de rol y obsesionado con jugar con los géneros literarios desde el punto de vista más extraño, o weird, posible. Así que no era de extrañar que tarde o temprano tuviera que tocar el cómic, afortunadamente desde el mejor acercamiento posible, pervirtiendo una obra clásica. En este caso, China Miéville ha refundado el universo del héroe azaroso de DC con Dial H, más un objeto que un personaje clásico de la editorial. El dial es básicamente una rueda de teléfono analógico que al marcar la palabra HERO permite a su usuario convertirse en superhéroe, aunque eso sí, no podrá elegir que poderes tendrá, contentándose con lanzar fuego por los ojos o controlando las plantas.

Pero claro, esos ejemplos de superhéroes son demasiado simples para China Miéville, que en su Dial H prefiere optar por opciones más bizarras como Capitán Lacrimoso, Ninja Podrido o Ejército Pelícano. A China Miéville se le ve cómodo a los guiones de Dial H, acompañado al lápiz por artistas como Mateus Sontolouco, Riccardo Burchielli o el gran David Lapham. Sin embargo, puede que la imaginación de China Miéville vaya mucho más rápida que la estructura de la obra, creando conceptos de locura pero anclados en unas tramas más simples y previsibles. El protagonista de Dial H es Nelson Jent un obeso adicto al tabaco que no ha llegado a la treintena pero ya a sufrido un infarto, quién descubre que es capaz de convertirse en superhéroes variados, con lo que intenta primero ayudar a un amigo para verse después atrapado en una batalla para salvar a su ciudad de una fuerza primigenia del cosmos.

Dial H es un buen cómic, una obra actual que rezuma en cada viñeta el gusto más clásico de los cómics de Vertigo de los noventa, algo que es muy de agradecer para los fans del malogrado sello. Aunque quizás para los no asiduos del Vertigo más clásico se encuentren algo molestos con los vicios típicos de la casa, como conceptos demasiado fuertes que dificultan el seguimiento de la trama, que por momentos, sin dejar de ser absorbente y entretenida, se vuelve innecesariamente compleja.


@bartofg

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