A lo largo de estos años que llevamos de crisis, algo que parece perenne, en el ámbito de los comics hemos visto como han ido creciendo ese tipo
de obras que intentan analizar lo que está sucediendo y como hemos llegado a
todo esto. En la primera entrega de esta sección, titulada, “de indignos e
indignados”, hacia una pequeña aproximación a aquellas obras que de una manera
u otra intentaban hacer un esbozo de la situación socioeconómica actual. Entre
esos títulos se situaba una obra clave para ver, no solo lo que significaba vivir
en una crisis, sino que hacia un análisis estético de nuestro background
cultural a través del cual filtraba un examen cargado de acidez de nuestra
sociedad, se trata de Fagocitosis (Glenat,
2011).
De los mismos autores de esa obra, Marcos Prior y Danide, llega
ahora a las librerías Potlatch (Norma
Editorial, 2013) una obra que nos habla de la contemporaneidad desde otro punto
ángulo: el de las relaciones humanas. En este trabajo los autores utilizan como
sujeto de pruebas a un personaje, Máximo, que sufre de una patología llamada
hipertimesia por la cual tiene una memoria autobiográfica casi fotográfica. Máximo
es la representación en carne y hueso de uno de los objetos icónicos de nuestra
generación: los smartphones o las tabletas; aparatos que hacen de mediador de una
vida simulada que nos permite tener una memoria total de nuestro pasado y del
de otras personas. Sin embargo, a pesar de esa capacidad el protagonista tiene
un gran hándicap: su incapacidad para comunicar y para ser percibido por el
resto de la sociedad. Y es que por decirlo de alguna manera Máximo vive en
realidad aumentada mientras que el resto de los mortales percibimos solo una
pequeña parte de la realidad.
Esta obra establece ciertos paralelismos con El club de la lucha de Chuck Palahniuk, de hecho dentro del libro hay un par de referencias a la adaptación cinematográfica de este clásico contemporáneo, en el que el narrador de la obra es en esencia el mismo personaje que Máximo con la diferencia que el protagonista de Potlatch, en cierta manera, sí que ha conseguido la felicidad a través de la posesión de objetos. Existe cierto orgullo en su forma de comportarse que transmite plenitud y seguridad, más por ser un conocedor del significado exacto que cada objeto tiene para él y saber en qué condiciones lo ha obtenido. Sin embargo, eso nos plantea una de las facetas de la vida de hoy día, el conocimiento intensivo y extensivo de las cosas que en distancias cortas es algo muy útil pero que en las distancias largas no deja de ser algo un tanto estéril.
Esta obra establece ciertos paralelismos con El club de la lucha de Chuck Palahniuk, de hecho dentro del libro hay un par de referencias a la adaptación cinematográfica de este clásico contemporáneo, en el que el narrador de la obra es en esencia el mismo personaje que Máximo con la diferencia que el protagonista de Potlatch, en cierta manera, sí que ha conseguido la felicidad a través de la posesión de objetos. Existe cierto orgullo en su forma de comportarse que transmite plenitud y seguridad, más por ser un conocedor del significado exacto que cada objeto tiene para él y saber en qué condiciones lo ha obtenido. Sin embargo, eso nos plantea una de las facetas de la vida de hoy día, el conocimiento intensivo y extensivo de las cosas que en distancias cortas es algo muy útil pero que en las distancias largas no deja de ser algo un tanto estéril.
Potlatch nos habla de la vida de un personaje el cual referencia su
historia pasada a través de eventos globales y que es incapaz de establecer una
relación, amistosa o amorosa, real lo cual le hacer recurrir, en cierta manera,
al dato, al hecho (fact) o al evento verificable. Es decir, algo a lo que
agarrarse, en cierta manera si este no fuese tan socialmente inepto sería un
prescriptor en la sociedad de la web 2.0 (aunque para algunos ya estamos en la
3.0), pero todo el universo relacional que se plantea en torno al personaje es
más bien una serie de elementos falsos en torno a los que este construye un
simulacro de realidad: recuerdos del pasado, fragmentos de libros, informes,
reality show o la gente que le rodea que está interesada en él solo en el
aspecto material. La vida de Máximo está abocada al fracaso por no entender que
controlar todos los aspectos teóricos e intentar manejar todos los parámetros no
es suficiente para entender el día a día.
En cuanto al apartado gráfico sin ser tan apabullante como Fagocitosis es realmente notable. Quizás
porque esta obra necesita una unidad estética más redonda para abordar una
narrativa más cerrada que el trabajo anterior de estos autores. En cierta
manera Potlatch mas allá de las
referencias con la opera prima de Chuck Palahniuk es un relevo sobre las
aspiraciones de la sociedad contemporánea. Si en El club de la lucha los hombres luchaban por recuperar su lugar en
la historia, Potlatch plantea otra
pregunta ¿Cuál es nuestro lugar en la sociedad? ¿Con que parámetros debemos
movernos? y ¿hacia donde debemos dirigirnos?. No nos equivoquemos esta obra
solo plantea las preguntas, no las responde, pero están ahí. Como debe ser.
@Mr_Miquelpg
@Mr_Miquelpg
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