El costumbrismo como género o
transgenero no deja de ser una creación artística que trata de reflejar los
usos y costumbres de la sociedad por lo general de la clase media y baja, en el
que normalmente se utilizan unos personajes arquetípicos que sirven para guiar
la narración. En este tipo de relatos nos solemos encontrar varios leit motiv
que dirigen la historia: las buenas acciones, el trabajo en comunidad y las
relaciones personales por encima de todo se establecen como un medio para
conseguir el bienestar individual, que no deja de ser el social.
Esos son los valores que nos
encontramos en O porto (De Ponent,
2013) Mata un relato costumbrista que se desarrolla en Galicia en los años de
la dictadura en el que podemos distinguir unos arquetipos muy predefinidos: los
estraperlistas que trafican con tabaco, que son buenos bondadosos y ante todo
miran de no meterse en un lio que les complique demasiado la vida, y siempre
que puede ayudan al prójimo; la autoridad representada a través de la Guardia
Civil, es mostrada de manera cómica, son una parodia en si misma ya que son
incapaces de detener a nadie y menos de resolver un caso; el pueblo en el que
se desarrolla la historia mostrado como una comunidad, aunque solo sea una vez
al año para hacer la matanza del cerdo; y en último lugar los delincuentes
ajenos al pueblo que lo único que buscan es el beneficio propio, y eso los
distingue del resto de personajes que aparecen en este título.
Es decir, podríamos decir que O Porto es un relato sobre los
beneficios de vivir en comunidad, de respetar los espacios que ha de ocupar
cada uno de los individuos dentro de esta sociedad para que esta sobreviva como
tal. Pero no es solo eso, no es un relato vecinal en el que todos se llevan
bien sino que todo se filtra a través de una historia de género en el que se
incluyen robos de guante blanco en el que se ven implicados los traficantes de
tabaco del pueblo.
Eso da pie a enseñarnos otro mundo que
entronca este relato costumbrista dentro de la ficción: el de lo irreal y de la
ficción. Para ello se centra en el robo de una joya de un maharajá en un transatlántico
de lujo en el que podemos encontrar todos los estereotipos de la ficción: el
maharajá en sí mismo, un investigador que no es otro que un trasunto de
Hercules Poirot, una cantante de ópera a medio camino entre la Castafiore y
Montserrat Caballé; y un botones muy parecido a Tintín. Todos esos guiños sirven
para relajar el relato y para que no esté tan sesgado por la realidad,
enfrentar ambos mundos para relativizar la carga de la realidad que aparece en
el subtexto de esta obra.O Porto es
un buen relato que combina el costumbrismo más clásico con las narraciones de
género más arquetípicas que busca ahondar y recuperar los topos y los lugares
comunes de estas narrativas aplicadas al contexto nacional.
@Mr_Miquelpg
@Mr_Miquelpg
No hay comentarios:
Publicar un comentario