sábado, 15 de febrero de 2014

Spain is Pain #163: A los pobres y a los desgraciados.


Happy Hooligan de Frederik Burr Opper es un clásico del noveno arte, y eso es algo indiscutible. Pero es un clásico de cuando los cómics eran para todos, cuando me refiero a eso es cuando las historietas eran leídas por niños y por adultos de cualquier condición social, el único requisito necesario era saber leer. “De cuando el cómic era para todo y de todos”, y no de un sector que busca en cierta manera apropiarse de él y que en cierta manera es refrendado por los medios de comunicación, que cuando hablan del medio solo mencionan a los superhéroes y a Mortadelo y Filemon, y que en cierta manera apoya cierto pensamiento del fandom de superhéroes en el cual no tiene cabida otra cosa que no sea discutir del cambio de traje de un personaje o discutir en torno a la cronología. Más allá de eso lo otro no existe.

Pero dejando esos debates de lado hablemos de  Frederik Burr Opper, es uno de los primeros maestros del medio, y es reconocido como el primero en utilizar de manera sistemática los bocadillos para representar el habla de los personajes. Pero lejos de esos hitos, que no son pocos, Happy Hooligan (Laertes, 2013) es el reflejo de la sociedad de principios del siglo XX en el que se evidencia las grandes diferencias sociales. El protagonista es una especie de indigente, un ser marginal que tan de moda estuvieron en la cultura popular del momento tan solo hay que ver a uno de los grandes iconos del cine Charles Chaplin, muy campechano, que dirían algunos, y que lleva la buena voluntad por ayudar por delante. El caso es que Happy al igual que sus hermanos, un tanto más presuntuosos, siempre sale malparado a la hora de echar una mano y desde luego la solidaridad ciudadana hacia él es inexistente.


Happy establece un guiño hacia los lectores, es un perdedor nato hijo de una sociedad capitalista que pretende hacer el bien, es en esencia, aunque creo que el autor no tuviera la intención de hacerlo, un comic social; pero con forma de comedia, utilizando el slapstick lo que hace que en cierta manera hace que llegue en una buena forma aceptable a los lectores de hoy día. Pero dentro de la sonrisa cabe también la amargura, a Happy se le aplica constantemente lo que en España se conoció como ley de vagos y maleantes, el ser pobre y no tener un techo bajo el cual dormir convierte a este personaje en un delincuente, situación que produce cierto escalofrío al pensar las leyes que se están aprobando en nuestro país. Ciertamente esta obra circunscrita dentro del imperio de Hearst, es decir, empresario de la información que promovía un sistema político, social y económico que hablaba del hombre de la calle pero no del que vivía en la calle convirtiéndose este en motivo de todas las chanzas de los lectores.

Happy Hooligan como obra y como personaje es un título a tener muy en cuenta; sin embargo, a pesar de todo la presente edición de Happy Hooligan  es muy mejorable. En primer lugar, no se indica si va a ser el primer volumen de una colección o una antología, no se dice con qué criterio se ha realizado la selección; por otro lado siendo un cómic del que existen numerosas páginas en color, parece no haberse respetado dicha característica, y se ha editado todo en blanco y negro; y en último lugar se hubiera agradecido un prólogo más extenso que situase al autor de la obra dentro de un contexto histórico y su relevancia, y que fuese firmado por algún historiador del cómic. En definitiva un título muy interesante, el cual puede ser sometido a cualquier tipo de lectura contemporánea pero que muchos hubiésemos agradecido una edición mejor.

                                                                                                             @Mr_Miquelpg

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