sábado, 11 de mayo de 2013

Spain is pain #107: Down the sex-hole.



Al principio de Alicia en el país de la maravillas, la protagonista del inmortal relato escrito por Lewis Carroll, esta con su hermana leyendo un cuento sin ilustraciones ni diálogos en eso que parece un conejo blanco al que la protagonista decide perseguirlo hasta la madriguera del animal. A partir de ahí se mezcla un mundo en el que el deseo los anhelos y lo onírico se entremezcla en pos de un relato que muestra los deseos y temores del personaje inspirado en Alice Lidell.

En El fuego (Caramba, 2013) de Miguel B. Núñez nos plantea un relato paralelo al de Carroll en el que lo onírico y lo fantasioso pasa a ser real y en la que el protagonista(s) puede dar rienda suelta a sus perspectivas sexuales sin ningún tipo de impedimento. Sin embargo, lejos de la lírica de Carroll, al menos en principio, nuestro relato empieza con el típico pajillero que va a la montaña a desahogarse, al estar solo no consigue colmar sus ansias con el onanismo (en los créditos finales nos recomiendan leer el cómic en compañía), esa falta de interacción y ese pequeño fracaso le lleva a seguir un jabalí, en definitiva un cerdo, que le conducirá a una particular madriguera muy diferente a la que encontró Alicia al seguir al conejo blanco.
El agujero por el que desciende el protagonista le lleva al país de la lujuria. Donde, casualmente, solo encuentra individuos libres sin ningún tipo de vínculo social ni emocional y en el que todo el mundo practica sexo con todo el mundo sin ningún tipo de complejos. A excepción de la única sociedad instaurada, un pueblo que se dedica a censurar dichas actitudes. Aparece pues una lectura sobre como las estructuras sociales son las mayores castradoras de los impulsos individuales del ser humano.

Es por eso que en este cómic brilla tanto el desparpajo a la hora de abordar una sexualidad múltiple y variada, de la que los personajes hacen gala, como por el imaginario que el autor desarrolla, y que reincide tanto en las formas como en la narrativa con dos obras suyas publicadas el año pasado: King Egg y Los caballos. Todo ello sin que la balanza se decante por la temática sexual del libro ni por la estructura de mundo mágico en la que el autor sumerge a sus protagonistas, apostando por un equilibrio que redunda en ciertas formas del cuento, pero sin ningún tipo de moraleja.


A diferencia de las dos obras anteriores el autor abandona la mística, sobre todo la que podíamos ver en Los caballos, en pos de un relato mucho más fluido en el que se potencia la alternancia de situaciones, la aparición de nuevos personajes y la multiplicidad de tramas narrativas que reinciden sobre ciertas formas del slapstick, y se acentúan a través de un dibujo desprovisto de todo artificio, textos de apoyo y diálogos, al menos en el sentido estricto de la palabra, siempre y cuando no consideremos el intercambio de las expresiones de placer como tal.

Es en definitiva un libro que apunta a una reivindicación del cómic como un medio meramente visual en el que la viñeta juega en favor y como parte de la narrativa visual y no como un mero contenedor  que jerarquiza el orden de lectura. El fuego pone de manifiesto el buen momento creativo que está viviendo Miguel B. Núñez y su buena disponibilidad a la hora de crear mundos mágicos con cierta aura infantil, pero que en todo caso los recovecos de los mismos nos descubren que lo naïve es solo una apariencia para elaborar un discurso emocional que traspasa cualquier concepto estético.


                                                                                                                          @Mr_Miquelpg

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